Mike Amigorena prefiere centrarse en un proyecto a la vez, porque si hay algo que no le gusta es no tener tiempo.
Ahora está inmerso en La cena de los tontos, la comedia del dramaturgo francés Francis Veber que acaba de estrenar en el teatro El Nacional junto a Martín Bossi y Laurita Fernández, con dirección de Marcos Carnevale y producción de Guillermo Francella y Adrián Suar, los protagonistas de la obra que fue un éxito de taquilla allá por el año 2000.
“Queremos que el espectador disfrute, que se ría durante una hora y media, y nosotros nos alimentaremos de esas ricas carcajadas”, dice el artista a LA NACIÓN -en realidad, él se considera un performer- y asegura que “hacer reír, cantar y comer” es lo que más le gusta en el mundo.
Porque, si bien la actuación es una de sus virtudes más reconocidas por el público, para este geminiano oriundo de Mendoza “la música es sagrada”, y es por eso que hoy, su deseo artístico se inclina más por su rol de cantante, ese que ya experimentó con agrupaciones como Ambulancia y Mox, u otras incursiones como solista en las que, reconoce, nunca tuvo la constancia suficiente.
Porque, ante todo, Mike Amigorena se define como una persona “impermanente”..